Actitud Teologal… (Pe. Juan Carlos Rengucci, PSSC)


Pensando en la persona de San José, agudizaba la mirada, a ese Dios “discreto”, que requiere de una actitud interna para ser percibido. Eso se llama “actitud teologal”, o disposición vital para percibir la comunicación del trascendente. Este fundamento está en la naturaleza revelada de Dios, que se comunica donándose. Ejemplo de esto lo vemos en este santo justo que es San José. “Hombre de los sueños”, porque fue así que Dios se donaba, y se revelaba en él. 

Así podemos encontrar en esta comunicación algunas características básicas de la Actitud TeologalLa misma es un apelo para un verdadero acompañante del/a ejercitante, e inspira y anima, dentro de las realidades cotidianas que vivimos en el día a día. 

Una característica puede ser el CULTIVO DEL SILENCIO, para ello hay que hacer un ejercicio para la capacidad de escucha. De frente a la vida dispersa y superficiale. Es aquí donde José supo afinar el oído y desde un silencio interior, acoger la voz de Dios y colocarla en práctica

Entendiendo que no son características parcializadas, sino más bien parte de un todo, se puede apreciar también la ATENCIÓN CORRECTA, esta capacidad de percibir, fruto del silencio, de ese estar atento, que lo llevó al DESCENTRAMIENTO, este “suspender” la propia tendencia. José no procuro nada, sino más bien estuvo dispuesto a acoger lo que se le ofrece y entregar lo que se le pide. Esta unidad produjo PAZ, para vivir desde la armonía, ese equilibrio interior. Para poder crecer en la capacidad de captar e ignorar (desactivar) los mecanismos que podían aumentar la ansiedad. 

José actuó así en los momentos más difícil, cuando supo que querían matar a su hijo, o que debía escapar a tierras extranjeras, y ahí buscar trabajo, en otra tierra y cultura, lengua y costumbres… En este hombre se ve el RECOGIMIENTO, estar “integrado”, “unificado” en pensamientos y sentimientos. Ignacio de Loyola llama eso “de vida ordenada”, y el resultado: persona consolada. Una persona que expresa con su presencia toda la CONFIANZA, para sentirse en espacio y tiempo seguro, donde la integridad no está amenazada. Es una persona que muestra un ABANDONO, se “abandona” en aquella voz, en aquella presencia prometedora del Dios de la historia. Donde no entiende todo, pero se dona todo. Por tanto, es plena REVERENCIA, asombro, respeto y acatamiento ante el Misterio infinito, que diviniza y humaniza la propia vida de José. 

En este buen y santo hombre, justo, como dice la Palabra, encontramos también un referente de acompañante. Que supo amar, sirviendo. Supo acompañar, sintiéndose acompañado y en compañía. Es esa persona, simple, humilde y sencilla. Que no necesita aparecer, ser protagonista, sino más bien desde lo oculto, lo justo, lo necesario, supo acoger la voz de Dios y ponerla en práctica. Dios se manifestó y encontró su morada. 

En este año dedicado a San José, compañero de camino, acompañante, un santo que desde su silencio hace hablar a Dios y nos inspira en nuestro ser acompañantes... 


 

 

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