Qué paso el lunes 20 de mayo de 1521... (cf. J. Carlos Rengucci, PSSC)

 


 

En ese día, 20/MAI/1521, las tropas francesas habían entrado en la ciudad de Pamplona. Ínhigo de Loyola (1491-1556) defendia el fuerte hasta caer herido por una bala de cañón. Delante de esa situación, lo que seguía era rendirse. Pero Iñigo quería al menos salvar su honor. Cayó, perdió e fue humillado después de 6 horas de duro combate.

 

Terminada la batalla, Iñigo derrotado por el enemigo francés, fue llevado en camilla, gravemente herido, para su casa natal, en Loyola. Lentamente se irá recuperando, e insistiendo en las cirugías necesarias como si fueran “estética”, pues tenía el deseo de volver a como era, tal vez hasta apuesto y galán. Se siente atrapado por este deseo, pero golpeado por la vida, su desánimo era completo, y lo eliminava inmediatamente del campo de batalla, de sus intereses de caballero, de sus deberes de soldado, de sus vanas búsquedas de poder y placer.

 

Aparentemente con la bala todo había terminado. Pero lo que parecía ser una desgracia se convirtió en una gracia mayor, una nueva vida, un ver diferente, porque las motivaciones que iba experimentando lo llevaban por caminos nunca antes andados. En el pasar de esos días, Dios se sirvió de una cuñada de Iñigo, mujer piadosa, que le trajo algunos libros para pasar el tiempo, entre ellos “La Vida de Cristo”. Este no es un relato simple, no tanto por el contenido de alta espiritualidad, sino también porque “mueve” el interior de la persona. 

 

Ignacio luego se siente atrapado por la lectura, de libros que no eran propriamente los suyos. Así comenzaba a despertarse esa aspiración, a “hacer grandes cosas”. Sueño que ahora lo perseguía. Las cosas se entrelazaban, en su cabeza: Jesús, Rey Eterno… Su señor, el rey temporal… Nuestra Señora… Y aquella distinguida y hermosa dama que conociera en la corte?... Fantasías, tal vez? 

 

Sabemos que en Ignacio la “imaginación” es una facultad que dominara mucho su vida. Él mismo recuerda, “Cuando pensaba en aquello del mundo, me deleitaba mucho; más cuando lo dejaba me hallaba seco y descontento; y cuando pensaba ir a Jerusalén, descalzo, y solo comiendo legumbres, esto me consolaba y me quedaba contento y con mucha alegría…

 

Lo que le provocavan aquellos pensamientos era un gran desafío. Esto hace parte de uno de los puntos importantes de la espiritualidad Ignaciana: la experiencia del discernimiento, que regula la imaginación y la sensibilidad. Iñigo se atreverá a decir: “Es propio de Dios en sus mociones dar verdadera alegría y gozo espiritual, quitando toda tristeza y turbación, que el enemigo induce”. Esta lectura, esta atención a la interioridad, le hizo recorrer un camino nunca imaginado. ¿Acaso una bala de cañón puede cambiar la historia de una vida? Recibió una consolación tan grande que las cosas negativas de su vida fueron como desapareciendo.

 

Quinientos años, 2021, podemos encontrarnos heridos por nuevas balas de cañón, que nos dejan paralizados y queriendo volver al pasado, a aquello que se soñaba y se quería. 

 

Hay balas que nos llevan a cambiar el rumbo, a llorar sueños perdidos y hasta seres queridos. Accidentes, pandemia mundial… Cuantas `balas´ encontradas en nuestras vidas y que nos derrotaron…

 

En la vida diaria las balas de cañón serán siempre inevitables. Lo interesante y tomando como ejemplo a Ignacio, es ver cómo reaccionamos. ¿Será que todos necesitamos un alto para cambiar nuestra vida y que todo rumbo significativo, vienen acompañado de una bala de cañón? 

 

San Ignacio bien podría haberse quedado en cama, ignorando las historias de los santos y buscando cualquier otro trabajo en la corte. También nosotros podemos ignorar las mediaciones y hasta descartar lo que nos puede llevar a una vida nueva.

 

San Ignacio abandonó su antigua vida. La bala de cañón le hizo ver lo que nunca había soñado: Dios presente en su vida!


PD. Começa o Ano Inaciano: 20/MAI/2021 a 31/07/2022: 500 anos da conversão de Ínhigo de Loyola...

 

Um comentário:

  1. Que lindo e verdadeiro texto. A vida toda temos desafios, mas essa Pandemia, a mudança e transformação que estamos vivendo é exatamente para despertarmos que a terra é de crescimento espiritual. É para exterizarmos o maior presente que Deus nos deu. A vida! Mas o nosso teste é o mundo dos cincos sentidos que temos que viver sem nós apegar as vaidades, amar todas as pessoas, coisas e fatos do céu e da terra no sentido de crescimento, para um dia voltarmos para a nossa verdadeira casa com a soma de experiências que adquirimos na terra. Forte abraço. (Silvana A)

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