Promovemos la participación activa de todo el Pueblo de Dios para que, con sus dones y valores vividos como ministerios para los hermanos, sea fermento, sal y luz del mundo (Regla de vida Pia Sociedade de S. Caetano).
Unidos en la caridad y con ministerios distintos y complementarios, llegamos a ser signos y primer núcleo de una Iglesia toda ella ministerial, que sirve a la humanidad y es buena nueva para los pobres (Regla de vida PSSC).
Encontramos los Religiosos de la PSSC este hermoso desafío actual de vivir el ministerio ordenado recibido, como un verdadero servicio al Pueblo de Dios. El texto sirve como motivación particular, para hablar de los ministerios que hacen a la Iglesia Ministerial. Por tanto abriendo el abanico. nos encontramos diversidad de dones que, puesto en el contexto de la ministerialidad, lo haremos en particular sobre el laicado, donde se encuentra el espacio para expresar de la mejor manera los vocación ministerial, también como servicio al Reino, asumiendo sinodalmente con humildad y s iendo corresponsables al compromiso que nace del Bautismo. No podemos dejar de recordar que la eclesiología del Concilio Vaticano II, nos dice que todo bautizado está llamado a un servicio ministerial. Cada bautizado hace parte de la Iglesia, pueblo de Dios, que como comunidad cristiana confiere a cada uno una misión.
Recreando y en total consonancia con el Concilio Vaticano II, el Papa Francisco en estos últimos años insistió sobre la Iglesia y la relación con el mundo. Fiel a su ministerio insiste en una Iglesia que su envengelización pasa por esforzarse por estar con los últimos, los excluidos; una Iglesia sierva que expresa su diaconía hacia las necesidades y desafíos que se presentan hoy. En dos palabras, una «Iglesia ministerial». Con Ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegria de Cristo. Esta Iglesia vive del ministerio de Cristo, donde todos los ministerios y todos los ministros tienen la misma dignidad. Evidenciando siempre la cercanía y encarnación entre la gente, el compartir y la colaboración, como gestos sinodales y desafíos concretos.
A este punto hace bien recordar que en el centro está el pueblo con sus alegrías y esperanzas, tristezas y ansiedades, que hacen parte de la humanidad y de la vida espiritual, siempre apuntando a una Iglesia saliente, como insiste el Papa Francisco, que primerea, capaz de alcanzar las periferias existenciales de nuestro tiempo. La misión de los ministros debe estar siempre al servicio de hacer que su vocación, comunidad y la Iglesia, sea activa y dinámica para transformar el mundo de hoy según el plan de Dios.
En esta dinámica ministerial podemos encontrar a los ministerios que presiden, deciden o son referentes de la comunidad y que ejercen este servicio para todos; crean armonización en la diversidad en función de la unidad de la comunidad eclesial. Como también podemos soñar con equipos ministeriales que llevan adelente toda una comunidad pastoral que se puede fundamentar o caractarizar por algunos principios.
Es importante en esta dinámica que esté presente el Discernimiento comunitario, para tener la capacidad de valorizar las diversidades y distintas maneras de pensar. Hacer procesos y estar abiertos a la busca de la voluntad de Dios para poder responder a las realidades y resolver desde la verdad de pensamiento delante de las diferencias.
Otro de los principios que puede hacer parte de esta iglesia ministerial es la Intervención de todos. Es importante tener presente que en toda comunidad, todos los involucrados tienen el derecho de participar con su voz y voto, para que se pueda promover decisiones y provoquen cambios estructurales con el consenso y unidad de todos.
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