El tercer rasgo de la personalidad y de la obra del padre Teilhard es sin embargo todavía más valioso para nosotros es este: su amor ardiente por Cristo, situado en el centro de su pasión por un mundo transformado, y que se realiza en el cristianismo. Este no es a sus ojos “un accesorio añadido al Mundo”, sino más bien “la piedra fundamental y la clave de la bóveda”; Cristo es para Teilhard “el Centro único, valioso y consistente, que brilla en la cima del provenir del Mundo, en el punto opuesto de las regiones oscuras, eternamente decrecientes, donde se atreve a entrar nuestra Ciencia cuando esta se adentra por el camino de la Materia y del Pasado...
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