Ustedes son los líderes de sus países, de los más grandes y poderosos del mundo. Ustedes son los amos del mundo. Para lo bueno y para lo malo. Y de sus decisiones depende el bienestar o el malestar de la gente, sus vidas y la vida de nuestra Casa común.
Quiero pedirles, con angustia, con dolor, con lágrimas (si Dios me concede ese don) que consigan la paz. No les digo que luchen por ella o que la busquen. Ya no estamos en esos momentos. Les pido que la hagan. Que hagan la paz: que la firmen, que la instauren, que se callen las armas y que dejen de matar a madres, ancianos y niños inocentes. ¡Basta ya, por favor! ¡En nombre de Dios, hagan la paz!
Paremos esas guerras insensatas, que son una locura: La de la martirizada Ucrania, la de Palestina e Israel, la de Myanmar, la de Sudán del Sur y tantas otras guerras a pedazos que ensangrientan nuestro mundo. Párenle los pies a la industria armamentística, que está ganando fortunas a costa de sembrar el mundo de cadáveres. Paren ese comercio ilícito y mortal.
Construyan un mundo en paz, donde no reine la miseria ni la pobreza. Porque hoy, ustedes tienen los medios suficientes para erradicarlas de cuajo. Sin demasiado esfuerzo. Con voluntad política...
Francisco clama por la paz en el G7 que acontece en Itália...
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