Teilhard se considera siempre al mismo tiempo un “hijo de la Tierra” y un “hijo del Cielo”. La base de su mística está, por lo tanto, en la síntesis de estos dos amores. Él es consciente del papel que tienen la ciencia y la técnica en el mundo moderno, como las dos grandes fuerzas que mueven el progreso humano. Así, para él, el trabajo científico en sí mismo tiene un valor religioso y cristiano y es ella misma una forma de adoración.
Teilhard al identificar el Punto Omega de la evolución con el Cristo de la fe, Cristo ocupa el “centro universal” o “centro cósmico” del universo. La cosmogénesis se convierte en una “Cristogénesis” y el Cristo redentor es un verdadero “Cristo Evolucionador”. Toda la evolución es, por lo tanto, un proceso por el cual se va construyendo el cuerpo del “Cristo Cósmico” o “Cristo Total”.
Finalmente, para Teilhard lo que llama “lo Crístico” constituye la síntesis entre la “convergencia cósmica” y la “emergencia crística”, centro de su mística.
0 comments:
Postar um comentário