Sinodalidad y ministerialidad: dos desafios de la Iglesia de hoy... (Pe. J. C. Rengucci, PSSC)


Origen de la ministerialidad en le Iglesia: 

La primera respuesta: el Bautismo. En este tiene su raíz el sacerdocio común de todos los fieles que, a su vez, se expresa en la diversidad de ministerios. La ministerialidad laical no se funda en el sacramento del Orden, sino en el Bautismo, por el hecho de que todos los bautizados - laicos, célibes, cónyuges, sacerdotes, religiosos, son christifideles, creyentes en Cristo, sus discípulos, y por tanto llamados a formar parte en la misión que Él encomienda a la Iglesia, también mediante la asunción de determinados ministerios. 

La segunda respuesta es: Los dones del Espíritu. La Ministerialidad de los fieles, y de los laicos en particular, nace de los carismas que el Espíritu Santo distribuye dentro del Pueblo de Dios para su edificación. Primero aparece un carisma suscitado por el Espíritu; luego la Iglesia reconoce este carisma como un servicio útil para la comunidad; finalmente, en un tercero momento, se introduce y difunde un ministerio específico. 

La ministerialidad de la Iglesia no puede reducirse unicamente a los ministerios ya instituídos, sino que abarca un campo mucho más amplio. También hoy, como en las comunidades de los orígenes, ante necesidades pastorales particulares, los pastores pueden encomendar a los laicos ciertas funciones y servicios temporales, como sucede con la proclamación de la Palabra o la distribución de la Eucaristía... Como también en otros servicios, encomendados de forma estable, los laicos pueden desempeñar una multiplicidad de tareas, que expresan su participación en la función sacerdotal, profética y real de Cristo, no sólo dentro de la Iglesia, sino también en los ambientes en los que los laicos se insertan (diaconia comun, recordando que provienen de la originalidad bautismal de los laicos).

La ministerialidad trata de un gran espacio de compromiso para quienes desean vivir de forma concreta, frene a los demás, la cercania de Jesús, que muchas veces han experimentado en primera persona. De este modo, el ministerio se convierte, no sólo en un simple compromiso social, o eclesial, sino también en una hermosa experiencia personal y comunitaria, con un gran testimonio cristiano.

En la Christifideles laici se afirma que hay ministerios que tienen su fundamento sacramental en el matrimonio y no solo en el Bautismo y en la Confirmación (n. 23). En la Familiaris consortio se habla de la misión educativa de la família como de un ministerio de evangelización, que la convierte en un lugar de de autentica iniciación cristiana (cf. 39). Y ya en Evangelio nuntiandi se recordaba que la misionariedad intrinseca a la vocación conyugal  se expresa también fuera de la familia misma, cuando esta se convierta en <evangelizadora de otras muchas famílias y del ambiente en que ella vive> (cf. n. 71).

Estos que he citado son algunos ejemplos de ministerios laicales, a los cuales se podría añadir muchos otros, reconocidos en varios modos por las autoridades da Igreja como expresión de la ministerialidad eclesial en sentido amplio.

Dentro de estos, podemos recordar a la Pia sociedad san Cayetano que proueve los Equipos ministeriales como vivencia de una Iglesia sinodal dirigida por la conducción comunitaria, de una pastoral toda ella ministerial, donde cada uno encuentra su lugar, viviéndola desde la unidad en la caridad, de un modo corresponsable, con el desafio de vivir y trabajar juntos, con el estilo de Jesus sacerdote siervo.

En nuestra Regla de Vida, dice que los sacerdotes y los diáconos, unidos en la caridad y con ministerios distintos y complementarios tendrán que llegar a ser "signo y primer núcleo de una Iglesia toda ministerial que sirve a la humanidad y es buena nueva para los pobres". 

Una pregunta: "De que manera siento que soy signo y núcleo de la Iglesia ministerial en la realidad que me toca vivir?"  

El mundo soñado por el P. Ottorino, nuestrou fundador, es un mundo de santos, compuesto por presbíteros y diáconos, religiosos religiosas, y laicos. De la construcción de este mundo siente el llamado de Dios a hacerse cargo. Escribe P. Ottorino: "si mi amistad con Él es auténtica tengo que mirar en el rosto, con su mirada, a cada hermano que encuentro y ayudarlo a ser com lo quiere mi Señor". ¿De que manera llevo adelante este sueño ayudando a los demás a buscar la voluntad de Dios?

Ministerialidad y sinodalidad:

Dos cosas: la misión y el servício. Todos los ministerios son expresión de la única misión de la Iglesia y todas son formas de servicio a los demás. En particular, me gusta subrayar que en la raíz del término ministérios está la palabra minus, que quiere decir "menor". Jesus ya lo había dicho, el que manda se haga como el más pequeño, si no tu no sabrás mandar. Es un pequeño detalle, pero de gran importancia. Quien sigue a Jesús no tiene miedo hacerse "inferior", "menor" y de ponerse a servicio de los otros. Jesús nos lo enseñó: El que quiera ser el primero sea esclavo de todos (Mc 10, 43-44). Aqui está la verdadera motivación que debe animar cada fiel al asumir una tarea eclesial, Voluntad de servir a los hermanos y, en ellos, servir a Cristo. Solo así, o bautizado podrá descubrir el sentido de la própia vida, experimentando con alegria ser "una misión en esta tierra" (ibid., 273), es decir llamado, de modos y formas diferentes, a <iluminar, bendecir, vivificar, levantar sanar, liberar> (ibid.) y dejarse acompañar siempre

¿Qué sientes que une tu ministerio con el carisma, misión y servicio de la Famimilia de P. Ottorino?

Este modo ministerial, que se hace proyecto de vida se redimensiona en la promoción de la ministerialidad de cada persona: "Tengo que crear en mi la sensibilidad de Jesús quien pasando cerca del hombre, ve en seguida un alma que necesita a Dios. Cada hermano que encuentro tendrá el derecho de decirme:  'Por qué no me has ayudado a ser un De Gasperi, un Domingo Savio, un Francisco de Asís?'. El objetivo de mi trabajo no son las obras, pequeñas o grandes, sino las almas, una por una, que Dios pone en mi camino, para que con mi vida Lo manifieste; con su y mi sangre las lave y con la Palabra les de vida. Yo seré un auténtico apóstol, un verdadero amigo de Jesús, uno que se há realizado segun el plan divino, solamente cuando sepa ver en cada hermano un cielo para descubrir y delante de su miseria me paré como el buen samaritano y, seguro del milagro, sin hesitaciones lanzaré las redes en nombre de Dios, usando de mi toda la técnica del remar y del pescar. Es la misma "sensibilidad" que de manera insistente exige, alguna semana antes de sua religiosos en el famoso texto "Tenia dieciocho años".  

En este sueño de Iglesia que tiene los contornos del mundo nos sentimos involucrados también nosotros que hemos recibido el mismo carisma del P. Ottorino. Podríamos perguntarnos en este tiempo marcado por desafios y fatigas, sobre cuales pistas de ministerialidad compartida podemos encaminarnos, todos juntos como Familia del P. Ottorino, para ser fieles al carisma que Dios nos confió y asin dirigirnos con renovada esperanza hacia el futuro.       





Um comentário:

  1. Gracias por compartir estos puntos que renuevan nuestra iglesia y su compromiso en el mundo de hoy

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