El 45º viaje apostólico del papa Francisco al sureste asiático y Oceanía, el más largo y extenuante de sus once años de pontificado, y en vísperas de cumplir los 88 años, ya es historia. Sin embargo, ha generado una ingente cantidad de imágenes destinadas a pervivir en la memoria de cuantos -millones de personas- quisieron formar parte de un itinerario que, más que geográfico, es espiritual y eclesial.
Medio Timor en misa... Alrededor de 600.000 personas, prácticamente la mitad de los habitantes de Timor Oriental, ocuparon la enorme explanada de Taci Tolu, en la capital del país, uno de los más pobres del mundo, para participar en la misa que presidió Francisco para llevar el Evangelio a los “confines”, y donde destacó la importancia de aquella sociedad tan joven y con tantos niños, "lo mejor del país".
Una camiseta para Mateo. El dolor de la familia del niño Mateo, asesinado el 18 de agosto, llegó hasta el Papa en el momento en que embarcaba para salir rumbo a Yakarta, y las condolencias de Francisco fueron de vuelta al pueblo toledano de Mocejón estampadas en una camiseta de fútbol con su firma. Para la madre del pequeño de 11 años, quien le había escrito una carta al Pontífice, fue un rosario bendecido.
Un beso que sella el diálogo interreligioso
En Indonesia, el país con la mayor comunidad de musulmanes del mundo, uno de los momentos más esperados era el encuentro con el gran imán de la mezquita Istiqlal, con quien firmó el jueves 5 de septiembre una declaración (similar a la de 2019, en Abu Dabi, con el gran imán la que instan a los representantes de las religiones a ayudar a resolver los conflictos y actuar frente a la destrucción medioambiental, pero cuya plasmación más gráfica de lo que se pretende con ese texto - junto con la bendición del "túnel de fraternidad" entre la catedral y la mezquita de Yakarta- fue el beso en la frente que el líder musulmán dio a Francisco, agachándose, y el que el Papa, desde su silla de ruedas, le devolvió en la mano.
Amenazas terroristas neutralizadas
"Voy a atentar con bomba contra el Papa. Esperen noticias". Fue la amenaza vertida a través de las redes sociales y que no hizo esperar a las fuerzas de seguridad de Indonesia, que detuvieron a siete personas, entre ellas a quien había afirmado en un canal de YouTube que era "un terrorista". El recorrido por las calles de Yakarta, con una multitud que se congregó para recibir al Papa. Las medidas de seguridad que se habían adoptado garantizaban la integridad de Francisco.
Familias que quieren gatos, no hijos
Durante su encuentro con las autoridades y la sociedad civil en su primer día en Indonesia, Francisco lamentó que hay familias que prefieren "tener un gato o un perrito antes que un hijo", denunciando también la existencia de "leyes de muerte" que limitan los nacimientos. "En cambio, en Indonesia hay familias de cuatro o cinco hijos, y esto está bien", señaló con agrado el Papa, ratificado con un "¡adelante así!".
Lágrimas en Dili con los más pequeños
Fue en un emocionante encuentro de Francisco con los "niños rotos" en Dili, en la capital de Timor, el día 10, cuando visitó la Casa Irmãs Alma, un centro donde las hermanas de la Asociación de Instituciones Misioneras Laicas atienden a niños discapacitados y gravemente enfermos.
Francisco tocó, acarició, bendijo a aquellos pequeños -también a Silvano, a quien tenía en una silla frente a sí y agarraba de la mano- y a sus familias, conmovido por lo que veía, al borde las lágrimas que no podían contener tantas de ella, que lloraban incluso en la mano del Papa mientras, inclinadas hacia adelante, cargaban en una bolsa con un bebé hidrocéfalo.
El 'San Pablo' catequista y el jesuita más viejo
Sor Rosa, el cura don Sancho, el laico Florentino y el jesuita João Felgueiras. Cuatro testigos de una historia eclesial viva y apasionada por el Evangelio, que (los tres primeros) en la catedral de la Inmaculada Concepción de Dili, dieron su testimonio el día 10 al Papa sobre su experiencia de fe y participación en los dramáticos y dolorosos acontecimientos del país.
La primera, como símbolo del floreciente estado de las vocaciones religiosas en Timor Oriental; el segundo, encarnado en los anhelos de un pueblo que busca su libertad; el tercero, un casi nonagenario catequista andariego que durante medio siglo recorrió infinidad de kilómetros para que no faltase la comunión ni la Palabra a nadie en la isla, por lo que el Papa, bromeando, lo comparó con San Pablo. Y, finalmente, un cohermano de 103 años, toda una institución en Timor Oriental, quien no abandonó a su pueblo ni en los peores días de la ocupación por parte de Indonesia y a quien Francisco saludó especialmente durante el encuentro con los jesuitas.
Promesa cumplida en la periferia de la periferia
A la periferia de la periferia. Allí, a Vánimo, un lugar recóndito de Papúa Nueva Guinea, puso rumbo Francisco el día 8, para encontrase con unos compatriotas argentinos que misionan desde hace años en esa diócesis. Cumplía así el Papa la promesa que le había hecho en 2019. "La gente siempre ha escuchado hablar del Papa, del Vicario de Cristo y del sucesor de San Pedro, pero verlo con sus propios hijos y saberse querido por él, que les haya venido a visitar a ellos, esto no tiene palabras", señalaban exultantes de alegría.
Un tocado de plumas desde el centro de la Iglesia
Desde el centro de la Iglesia, que son ahora las periferias desde el pontificado de Francisco, el Papa presidió, precedido de cantos y bailes tribales, una eucaristía que en aquellos confines de la tierra reunió a unas 20.000 personas. Les llevó la Palabra, pero también una tonelada de medicinas y juguetes, como ejemplo de los que les había encargado la víspera a los misioneros: que no olvidasen ocuparse de los más desfavorecidos, también en las zonas más remotas. Y lo rubricó, en nombre precisamente de ellos, colocándose un tocado de plumas típico de las comunidades indígenas de Papúa Nueva Guinea.
La orquídea de Singapur
Blanca, como su vestimenta. La acogida al Papa en el Parlamento de Singapur, el día 12, además de los discursos protocolarios, dio lugar a un intercambio de regalos entre los que destacó una impresionante orquídea blanca, conocida como dendrobium nobile, aunque esta ya ha sido 'bautizada' por el propio Francisco -con un cartelito que le invitaron a plantar en ella- como Dendrobium His Holiness Pope Francis, en lo que es un gesto de respeto y hospitalidad representado por una delicada planta que llena de luz y belleza los lugares en los que se coloca.
Más feliz que cansado
Hace unos meses, algunos cuestionaban la pertinencia de este viaje a los confines del planeta, dado el estado de salud de Francisco y sus evidentes problemas de movilidad. Pero, a pesar de los 32.000 kilómetros de viaje, los cuatro cambios de horario y siete vuelos, la atención a las miles de personas que querían saludarle y estrechar su mano, se ha visto a un Papa en buena forma, y parece que está decidido a no bajar el ritmo, con los próximos viajes a Bélgica y Luxemburgo antes de que acabe septiembre. "Al Papa le regenera el cariño de la gente", decían desde la comitiva vaticana que le acompañó a lo largo de estos doce días.
Jóvenes sin miedo al miedo
Los mensajes a la juventud fueron una constante en este viaje apostólico, en países, como Timor Oriental o Papúa Nueva Guinea, con una media de edad baja, pero fue en el último acto con el que clausuró su periplo por Asia y Oceanía, donde Francisco, en un encuentro interreligioso con chicos y chicas, les exhortó, en un emotivo e improvisado discurso que se prolongó mucho más de lo esperado, a que "salgan de sus zonas de confort". "Sean valientes y no tengan miedo de equivocarse", les animó, lamentando "la dictadura del miedo".
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