Un desastre ecológico y humano muestra lo mejor de nuestros jóvenes...

Santidad que se embarra

Un desastre, una DANA prevista y no acreditada, se llevó cientos de muertos, ellos y ellas, niños y ancianos, empregos y una multitud de coches amontonados, submergidos en el fango, y la mayoria casi nuevos. 

La desproporcion apocaliptica era tal que desbordó el poco ingenio de nuestros políticos. Estos quedaron paralizados con la magnitud del desastre y del número de muertos y desaparecidos,   por el contrario contrarrestaba la entereza y disposicón de nuestros jóvenes que con palas, cubos, y bocadillos compartillados quisieron poner su proximidad al lado de los afligidos y abandonados. Creo que el gobierno quedo avergonzado de su pasividad y abrió entonces los cuarteles y la maquinaria pesada para enfrentar el desastre que nos inundaba.

Alguien dijo que la santidad cria fraternidad aunque los pies y las manos estén llenas de barro. Confieso que ver a la reina Letícia, siempre tan apuesta y arregladita con barro las manos y en el rostro, pensé: así podemos caminar y conviver juntos. Quien se encierra en su propio capullo de seda personal, está muy alejado del evangelio de Jesus. 

De hecho nadie deseaba `figurar´, ni ser reconocido por su valentia y buena acción, sino que su máxima dignidad era ayudar y servir… Como los miles de voluntarios y voluntarias que espontaneamente acudido a echar una mano ante la tragedia de las inundaciones de la comunidad valenciana.

La santidad más humana, y la más divina, es la que se embarra.

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