El verbo se hizo carne... (cf. J. Kamiruaga Mieza CMF)


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«Y el Verbo se hizo carne» (Jn 1,14).  Este es el anuncio que oímos proclamar cada año durante la liturgia de la Palabra en el día de Navidad. Hijo de Dios encarnado, que se hizo hombre para nuestra salvación. ¿Qué significa «Verbo»?¿Y qué significa «carne»? 

El término hebreo ‘basar’  'carne' indica todo lo creado, todo lo que no es Dios y que debe su existencia y subsistencia a Dios. Literalmente, toda carne es como la hierba, destinada a marchitarse. Sólo la palabra de Dios dura para siempre. Decir que «el Verbo se hizo carne» es afirmar que el Verbo asumió no sólo una única existencia, no sólo su propia humanidad, sino la esencia misma de nuestra condición de criaturas, nuestro ser mortal y vulnerable.

Jesús, como cada uno de nosotros, en el momento en que vino al mundo se encontró en un contexto histórico, cultural, geográfico, familiar, genético, biológico-evolutivo, que lo situaba de alguna manera en el centro de una densa red de relaciones. Esta atención, en particular, puede observarse en los evangelios sinópticos, que ilustran el crecimiento psicofísico del niño Jesús, su relación con sus padres, con sus discípulos, con sus adversarios, con los animales y la naturaleza que le rodeaban, etc.

El Verbo, al hacerse carne, asume estas mismas relaciones, que le ponen así en contacto con todo lo que existía antes que Él, desde el principio del universo, y todo lo que existirá después de Él

Ésta es la «profundidad» que se redescubre en el acontecimiento de la encarnación. Hablar de «encarnación» significa reconocer que en la carne de Jesús, en este único ser humano, el Verbo se ha hecho suyo, ha asumido no simplemente esta única existencia, mas algo que le une a todo. Esa infinita red de vínculos y referencias cruzadas -biológicas, históricas, culturales- que conforman nuestro mundo personal, también la hace suya el Verbo, en el momento en que se hizo carne en este único ser humano llamado Jesús.

Esa profundidad que se reconoce horizontalmente en la carne asumida, también se puede encontrar verticalmente en el Verbo. Aquel que «se hizo carne» es ese mismo Verbo, Palabra, Sabiduría que desde la eternidad está en Dios, con Dios y es Dios mismo, aquel por quien fueron creadas todas las cosas y en quien, al final de los tiempos, todo será recapitulado en la nueva creación

El contexto de la celebración, así como la formación o la catequesis que hemos recibido, o simplemente el «clima» cristiano en el que hemos crecido, nos llevan casi espontáneamente a referir estas palabras a Jesús de Nazaret, «profeta poderoso en obras y palabras», como dirían los dos de Emaús, pero sobre todo Hijo de Dios encarnado, que se hizo hombre para nuestra salvación.


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