Los cementerios quieren parecer parques, las clínicas quieren tener servicios de hotelería de primer nivel, los muertos se maquillan generando una verdadera industria...
Occidente no quiere saber nada del sufrimiento y de la muerte y su lema pareciera que ser “vivamos y comamos que mañana moriremos”.
Sacar el sufrimiento y la muerte de la vida de las personas y la sociedad, es hacernos vivir con las conciencias anestesiadas y con una gran anemia espiritual.
El Papa desde su propia fragilidad nos invita a tomarnos la vida más en serio y a reavivar la auténtica esperanza, que es Jesús, que nos une como hermanos y nos libra de las exclusiones odiosas.
Es muy pertinente preguntarse si ¿estamos dispuestos como sociedad a proponer un modelo educativo, social, cultural, económico que tenga presente estas verdades para repensar los modos de vivir y actuar
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