San Ezequiel (El profeta catastrofista del exilio babilónico)...


San Ezequiel (El profeta del exilio babilónico)

Ezequiel, significa “Dios es mi fortaleza”, había nacido en Jerusalén hacia el año. 623 a. Xto., coetáneo del profeta Jeremías. Llamado por Dios en el momento oportuno. En forma de visiones simbólicas, tales como: “la visión del trono”, la “visión del templo del que brota un torrente de agua”, “la visión de Gog”, “la visión de los cuatro vivientes” etc. A través de ellas fue dando a conocer los designios que Yahvé le iba confiando. Las revelaciones que recibía de lo alto, él se las trasmitías a sus conciudadanos, quedando reflejadas para la posteridad en el libro de Ezequiel. Después de haber alertado de la destrucción de Jerusalén y no haber sido escuchado, él mismo tuvo que sufrir las consecuencias, teniendo que ir deportado a Babilonia, juntamente con Jeconías hijo de Joaquín, rey de Judá y otras familias relevantes.

Cuando tenía 30 años, fue elegido de lo alto para ser centinela de su pueblo y convertirse en el profeta del exilio durante 22 años, todo esto cuando ya se había consumado la catástrofe y el pueblo judío había quedado postrado en la desesperación y estaba enfadado con su Dios, por creer que se había portado indignamente con ellos, permitiendo lo sucedido. Era el momento preciso de intervenir para levantar los ánimos ofreciendo a su pueblo motivos de esperanza y hacer comprender a todos que Dios había obrado justamente pues, aunque ellos no acababan de entenderlo, el castigo de Dios era un castigo pedagógico que tenía por finalidad purificarles de sus pecados y deslealtades. No era el caso de que Dios les hubiera abandonado, sino que  antes de dar un  paso adelante hacia una nueva etapa de renovación, en la que el pueblo de Israel fuera glorificado, era preciso expiación y acrisolamiento, tal y como quedaba significado en la imagen del valle de los huesos secos que vuelven a incorporarse a un organismo vivo, en clara alusión a la restauración y enaltecimiento del pueblo de Israel después de ser  purificado, pero todo esto habría de tardar y era necesario templar los ánimos  y tener paciencia , mucha paciencia, de lo que ahora  se trataba era de centrase en agradar a Dios y apartarse de la iniquidad, por eso  Ezequiel fustiga con dureza el pecado y la abominación de su pueblo, que  será perdonado, sin duda, si obra con rectitud, pues no en vano  el nombre de Yahvé, evoca la gracia, el perdón.

Las tres grandes religiones: judaísmo, cristianismo e islamismo, acabarían venerando a Ezequiel como un profeta, sobre todo el judaísmo, que ha llegado a considerar al profeta del exilio como padre del judaísmo por haber animado y consolado a su pueblo durante el destierro babilónico y sobre todo por haber inspirado y servido a la causa de un Israel renovado, después de haber concluido el exilio. Según la tradición judía, Ezequiel habría culminado su alta misión profética, sufriendo el martirio halla por el año 569 a. de Xto.

 

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